INTRODUCCIÓN


Las Aves que Viven en Chile se ha orientado a buscar en la profunda relación que existe desde tiempos inmemoriales entre el hombre y la avifauna que lo rodea, constituida por estos pequeños seres multiformes y multicolores que vuelan y cantan a su alrededor, especialmente en este rincón del planeta llamado Chile. Es un esfuerzo ideado desde una mirada efectuada desde las ciencias humanas (la antropología, la sociología y la historia) que son más cercanas a mi formación académica, más que desde las ciencias exactas, como son la biología y específicamente la ornitología, las cuales sirven, eso sí, de natural soporte para un ordenamiento lógico de las materias, siguiendo la prelación que manda la taxonomía, por cada orden, familia y especie. Por ello mi interés en las distintas denominaciones que el propio ser humano le ha dado a las aves que con él conviven, las que normalmente obedecen a la forma o evocación que produce su canto, su formas o sus costumbres, como también mi preocupación en las creencias y mitos que constituyen el folklor que de esta convivencia ha surgido, especialmente en las zonas rurales, como asimismo con los pueblos originarios que por su condición de tales son los que nos muestran las más autenticas, profundas y no contaminadas raíces del hombre con su tierra y con su medio. En el pueblo Mapuche estas creencias fueron tan fuertes que conforme registra la historia, en más de alguna oportunidad, encontrándose ganada tal o cual batalla que libraban en contra del ejercito conquistador ya sea el español o el de la República de Chile, de pronto y sin explicación previa las huestes de Arauco retrocedían y se batían en retirada salvando el pellejo el enemigo que ya se creía perdido, todo ello por haber sobrevolado el campo de batalla alguna ave rapaz en tal o cual dirección lo que para ellos predecía inexorablemente el resultado negativo del combate. Para una mayor comprensión de este punto a continuación cito textualmente un párrafo de un notable libro de un ingeniero belga contratado a fines del siglo XIX por el Estado de Chile, para la construcción del ferrocarril de La Fontera, Gustave Vernoiry, "Los indios son muy superticiosos. Antes de toda expedición, consultan el vuelo de ciertas aves, la correría de los Zorros y otros augurios. Dos pájaros, propios de este país, les inspiran a este respecto una profunda confianza. Primero el "Ñanco" (Peuco), ave rapiña de plumaje oscuro, a la que atribuyen el conocimiento del porvenir. La confirmación o la abstención de un malón o expedición guerrera, depende a menudo de la orden o la supuesta prohibición del "Ñanco", según sean interpretados sus movimientos. El segundo es el Chucao, avecilla que acompaña constantemente a quien se aventura en los bosques, donde sigue sus pasos saltando de rama en rama entre el espeso follaje. Los Araucanos sacan de la variedad de su canto los indicios favorables o fuenestos. Favorables, cuando el pájaro canta hacia la derecha imitando la risa humana; funesto, cuando canta a la izquierda en un tono lloroso" **. En cuanto a estas  creencias y mitos, he procurado prescindir de aquellos excesivamente negativos que puedan producir algún grado de aversión, incluso inconsciente, respecto de alguna determinada especie, pues lo que busca este trabajo es acercar al lector a las aves y no por el contrario, producir su alejamiento, ni menos poner en riesgo aunque sea mínimamente su subsistencia. Al respecto cito como ejemplo, que en los campos de Quillón en la provincia de Ñuble, donde me crié, existía la creencia que el Chercán (Troglodytes aedon) que acostumbra anidar en los techos de las casas atrae con su canto a la culebras y que por ello había que destruir sus nidos botando sus huevos, cuánto daño habrá producido lo señalado, error que no quiero repetir en estas líneas.
** Gustave Verniory, DIEZ AÑOS EN LA ARAUCANÍA 1889-1899, Biloteca Bicentenario, Cuarta Edición, Pehuén Editores, mayo 2005